sábado, marzo 24, 2007

Varios Autores.


José Batres Montúfar (1809-1844)

Yo pienso en ti
Yo pienso en ti, tú vives en mi mente,
sola, fija, sin tregua, a toda hora,
aunque tal vez el rostro indiferente
no deje reflejar sobre mi frente
la llama que en silencio me devora.
En mi lóbrega y yerta fantasía brilla tu imagen apacible
y pura,como el rayo de la luz que el sol
envíaa través de una bóveda sombríal
roto mármol de una sepultura.
Callado, inerte,
en estupor profundo,
mi corazón se embarga y se enajena,
y allá en su centro vibra moribundo
cuando entre el vano estrépito del mundo
la melodía de su nombre suena.
Sin lucha, sin afán y sin lamento,sin agitarme,
en ciego frenesí,sin proferir un sólo,
un leve acento,las largas horas de la noche
cuento y pienso en ti!







Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870
Volverán las oscuras golondrinasen tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo frenaban tu hermosura
y mi dicha al contemplar;
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
ésas
... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
sus flores se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
ésas ...
¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de sus profundo sueñot al vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas como se adora a Dios
ante su altar,como yo te he querido...
desengáñateasí ... ¡no te querrán!



Guillermo Blest Gana (1829-1905)

Si a veces silencioso y pensativo
a tu lado me ves,
querida mía,
es porque hallo en tus ojos la armonía
de un lenguaje tan dulce y expresivo.
Y eres tan mía entonces,
que me privo hasta de oír tu voz,
porque creería que rompiendo el silencio
de suní ami ser del tuyo, cuando en tu alma vivo.
¡Y estás tan bella, mi placer es tanto,
es tan completo cuando así te miro,
siento en mi corazón tan dulce en tanto,
que me parece, a veces,,
que en ti admirouna visión celeste,
un sueño santo que va a
desvanecerse si respiro!.



José Martí (1853-1895)

Árbol de mi alma (Fragmento)
Como un ave que cruza el aire claro,
siento hacia mi venir tu pensamiento
y acá en mi corazón hacer su nido.
Ábrase el alma en flor; tiemblan sus ramas
como los labios frescos de un mancebo
en su primer abrazo a la hermosura;cuchichean las hojas;
tal parecenlenguaraces obreras y envidiosas,
a la doncella de casa rica
en preparar el tálamo ocupadas.
Ancho es mi corazón, y es todo tuyo.
Todo lo triste cabe en él,
y todocuanto en el mundo llora, y sufre, y muere!
De hojas secas, y polvo, derruidasramas;
lo limpio; bruño con cuidadocada hoja,
y en los tallos; de las floreslos gusanos
y el pétalo comidoseparo; creo el césped en contorno
y a recibirte, oh pájaro sin mancha,
apresto el corazón enajenado!


Rubén Darío (1867-1916)
Mía
Mía:
así te llamas.
¿Qué más armonía?
Mía:
la luz del día;
Mía:
rosas, llamas.
¡Qué aromas derramasen el alma mía
si sé que me amas,oh Mía!,
¡oh Mía!
Tu sexo fundiste
con mi sexo fuerte,fundiendo dos bronces.
Yo, triste; tú triste...
¿No has de ser, entonces,
Mía hasta la muerte?



Joaquín Dicenta (1862-1917)
Lujuria
Cuando murmuras con nervio acento
tu cuerpo hermoso que a mi cuerpo toca
y recojo en los besos de tu boca
las abrasadas ondas de tu aliento.
Cuando más que ceñir, romper intenso
una frase de amor que amor provoca
y a mí te estrechas delirante
y loca,todo mi ser estremecido siento.

Ni gloria, ni poder, ni oro,
ni fama,quiero entonces, mujer.
Tu eres mi vida,
ésta y la otra si hay otra;
y sólo ansíogozar tu cuerpo,
que a gozar me llama,¡
ver tu carne a mi carne confundida
y oír tu beso respondiendo al mío!...



Miguel de Unamuno (1864-1936)
Sed de tus ojos en la mar me gana...
Sed de tus ojos en la mar me gana;
hay en ellos también olas de espuma,
rayo de cielo que se anega en bruma
al rompérsele el sueño, de mañana.

Dulce contento de la vida mana
del lago de tus ojos;
si me abruma
mi sino de luchas,
de ellos rezumalumbre
que al cielo con la tierra hermana.
Voy al destierro del desierto oscuro,
lejos de tu mirada redentora,
que es hogar de mi hogar sereno y puro.

Voy a esperar de mi destino la hora;
voy acaso a morir a pie del muro
que ciñe al campo que mi patria implora.



Manuel Ugarte (1878-1951)
El beso
A veces nuestros labios, como locas mariposas de amor,
se perseguían;los tuyos de los míos siempre huían,
y siempre se juntaban nuestras bocas.
Los míos murmuraban: -
¡Me provocas!
Los tuyos: -
¡Me amedrentas!,
respondían;y
aunque siempre a la fuga se atenían,
las veces que fugaron fueron pocas.
Recuerdo que, una tarde, la querella en el jardín,
llevando hasta el exceso,quisiste huir,
mas, por mi buena estrella,
en una rosa el faldellín fue preso,
y que, después, besé,
la rosa aquella,
por haberme ayudado a darte un beso.



Enrique de Mesa (1878-1929)
Erótica
Cayó sobre tu espalda la llama de tu pelo
quemó la blancura su ondulación de fuego.
Entre los áureos rizos,por el amor deshecho,yo vi calientes,
húmedos,brillar tus ojos negros.

Sin desmayas, erguidos,redondos, duros, tersos,
temblaron los montonesde nieve de tus pechos.
Y de amor encendida,estremecido del cuerpo,
con amorosa saviasus rosas florecieron.
El clavel de tus labios brindaba miel de besos
y fue mi boca ardienteabeja de sus pétalos.
De la crujiente seda,que resbalara al suelo,
emergió su blancuratu contorno supremo.
Y al impulso movido de ardoroso deseo,
se cimbró entre mis brazos y quedó prisionero.
Me abrasaban tus ojos,me quemaba tu aliento,
y apagó las palabrasel rumor de los besos...


Dulce María Loynaz
Si me quieres, quiéreme entera
Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra...
Si me quieres, quiéreme negray blanca,
Y gris, verde, y rubia,y morena...
Quiéreme día,quiéreme noche...
¡Y madrugada en la ventana abierta!...
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda...
O no me quieras!




Jaime Sabines
Te quiero a las diez de la mañana
Te quiero a las diez de la mañana,
y a las once,y a las doce del día.
Te quiero con toda mi alma ycon todo mi cuerpo,
a veces, en las tardes de lluvia.
Pero a las dos de la tarde, o a las tres,
cuando me pongo a pensar en nosotros dos,
y tú piensas en la comida o en el trabajo diario,
o en las diversiones que no tienes,
me pongo a odiarte sordamente,
conla mitad del odio que guardo para mí.

Luego vuelvo a quererte,
cuando nos acostamos ysiento que estás hecha para mí,
que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre,
que mis manos me convencen de ello,
y que no hay otro lugar en donde yo me venga,
a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo.
Tu vienes toda entera a mi encuentro,
ylos dos desaparecemos un instante,
nos metemos en la boca de Dios,
hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño.
Todos los días te quiero y te odio irremediablemente.
Y hay días también, hay horas, en que note conozco,
en que me eres ajena como la mujerde otro,
Me preocupan los hombres, me preocupo yo,
me distraen mis penas.
Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo.
Ya ves
¿Quién
podría quererte menos que yo amor mío?




Jaime Sabines
No es que muera de amor...
No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.
Muero de ti y de mí,
muero de ambos,de nosotros,
de ese,desgarrado, partido,me muero,
te muero, lo morimos.
Morimos en mi cuarto en que estoy sólo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano y todo yo te sé como yo mismo.

Morimos en el sitio que le he prestado al aire para que estés fuera de mí,
y en el lugar en el que el aire se acaba cuando te echo mi piel
encima y nos conocemos en nosotros, separados del mundo,
dichosa, penetrada, y cierto, interminable.
Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos entre los dos,
ahora, separados,del uno al otro diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que nos vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.

Nos morimos, amor, muero en tu vientre que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,en tu carne sin fin,
muero de máscaras,de triángulos obscuros e incesantes.
Me muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte, amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,inconsolable,
a gritos,dentro de mí, quiero decir,
te llamo,te llaman los que nacen,
los que vienende atrás, de ti,
los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.
Jaime Sabines



Raquel Garzón
No me culpes:vi luz en tu alma y entré...
Es cierto,no toqué timbre.no golpeé.
Supuse que esperabas mi llegada.
Lo siento.
Si prejuzgué,fue sin mala intención,
debes creerlo,
Como sea, estoy aquí:
prepárate.

Raquel Garzón






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