José Batres Montúfar
(1809-1844)
Yo pienso en ti
Yo pienso en ti, tú vives en mi mente,
sola, fija, sin tregua, a toda hora,aunque
tal vez el rostro indiferenteno deje
reflejar sobre mi frentela llama que en
silencio me devora.
En mi lóbrega y yerta fantasía brilla tu
imagen apacible y pura,como el rayo de
la luz que el sol envíaa través de una bóveda
sombríaal roto mármol de una sepultura.
Callado, inerte, en estupor profundo,mi
corazón se embarga y se enajena,y allá
en su centro vibra moribundocuando
entre el vano estrépito del mundo la
melodía de su nombre suena.
Sin lucha, sin afán y sin lamento,sin agitarme,
en ciego frenesí,sin proferir un sólo, un leve
acento,las largas horas de la noche cuentoy
pienso en ti!
Gustavo Adolfo Bécquer
(1836-1870
Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón
sus nidos a colgar,y otra vez con el ala a sus
cristalesjugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo frenaban tu
hermosura y mi dicha al contemplar;
aquellas que aprendieron
nuestros nombres,ésas ... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madre selvas de
tu jardín las tapias a escalar,y otra vez
a la tarde, aún más hermosas,sus flores
se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío cuyas gotas
mirábamos temblar y caer como lágrimas
del día...ésas ... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos las palabras
ardientes a sonar;tu corazón, de sus profundo
sueño tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas como se
adora a Dios ante su altar,como yo te he querido...
desengáñateasí ... ¡no te querrán!
Guillermo Blest Gana
(1829-1905)
Si a veces silencioso y pensativo a tu lado
me ves, querida mía,es porque hallo en tus
ojos la armoníade un lenguaje tan dulce y
expresivo.
Y eres tan mía entonces, que me privo
hasta de oír tu voz, porque creeríaque
rompiendo el silencio desuníami ser del
tuyo, cuando en tu alma vivo.
¡Y estás tan bella, mi placer es tanto,
es tan completo cuando así te miro,siento
en mi corazón tan dulce en tanto, que me
parece, a veces,, que en ti admiro una
visión celeste, un sueño santoque va a
desvanecerse si respiro!.
José Martí
(1853-1895)
Árbol de mi alma
(Fragmento)
Como un ave que cruza el aire claro,
siento hacia mi venir tu pensamiento
y acá en mi corazón hacer su nido.
Ábrase el alma en flor; tiemblan sus
ramascomo los labios frescos de un
mancebo en su primer abrazo a la
hermosura;cuchichean las hojas; tal
parecenlenguaraces obreras y
envidiosas, a la doncella de casa rica
en preparar el tálamo ocupadas.
Ancho es mi corazón, y es todo tuyo.
Todo lo triste cabe en él, y todo cuanto
en el mundo llora, y sufre, y muere!
De hojas secas, y polvo, derruidasramas;
lo limpio; bruño con cuidadocada hoja, y
en los tallos; de las floreslos gusanos y el
pétalo comidoseparo; creo el césped en
contornoy a recibirte, oh pájaro sin mancha,
apresto el corazón enajenado!
Rubén Darío
(1867-1916)
Mía
Mía: así te llamas.¿Qué más armonía?
Mía: la luz del día;Mía: rosas, llamas.
¡Qué aromas derramasen el alma mía
si sé que me amas,oh Mía!, ¡oh Mía!
Tu sexo fundistecon mi sexo fuerte,
fundiendo dos bronces.Yo, triste; tú triste...
¿No has de ser, entonces,Mía hasta la muerte?
Joaquín Dicenta
(1862-1917)
Lujuria
Cuando murmuras con nervio acento tu cuerpo
hermoso que a mi cuerpo toca y recojo en los
besos de tu bocalas abrasadas ondas de tu aliento.
Cuando más que ceñir, romper intensouna frase
de amor que amor provocay a mí te estrechas
delirante y loca,todo mi ser estremecido siento.
Ni gloria, ni poder, ni oro, ni fama,quiero entonces,
mujer.
Tu eres mi vida,ésta y la otra si hay otra; y sólo
ansíogozar tu cuerpo, que a gozar me llama,
¡ver tu carne a mi carne confundiday oír tu
beso respondiendo al mío!...
Miguel de Unamuno
(1864-1936)
Sed de tus ojos en la mar me gana...
Sed de tus ojos en la mar me gana;hay en ellos
también olas de espuma,rayo de cielo que se
anega en brumaal rompérsele el sueño, de mañana.
Dulce contento de la vida mana del lago de tus ojos;
si me abrumami sino de luchas, de ellos rezumalumbre
que al cielo con la tierra hermana.
Voy al destierro del desierto oscuro,lejos de tu mirada
redentora,que es hogar de mi hogar sereno y puro.
Voy a esperar de mi destino la hora;voy acaso a morir
a pie del muroque ciñe al campo que mi patria implora.
Manuel Ugarte
(1878-1951)
El beso
A veces nuestros labios, como locas mariposas de amor,
se perseguían;los tuyos de los míos siempre huían,
y siempre se juntaban nuestras bocas.
Los míos murmuraban: -¡Me provocas!Los tuyos:
-¡Me amedrentas!, respondían;y aunque siempre
a la fuga se atenían,las veces que fugaron fueron pocas.
Recuerdo que, una tarde, la querellaen el jardín,
llevando hasta el exceso,quisiste huir, mas, por
mi buena estrella,en una rosa el faldellín fue preso,
y que, después, besé, la rosa aquella,por haberme
ayudado a darte un beso.
Enrique de Mesa
(1878-1929)
Erótica
Cayó sobre tu espalda la llama de tu pelo
quemó la blancura su ondulación de fuego.
Entre los áureos rizos,por el amor deshecho,
yo vi calientes, húmedos,brillar tus ojos negros.
Sin desmayas, erguidos,redondos, duros, tersos,
temblaron los montonesde nieve de tus pechos.
Y de amor encendida,estremecido del cuerpo,
con amorosa saviasus rosas florecieron.
El clavel de tus labiosbrindaba miel de besos
y fue mi boca ardienteabeja de sus pétalos.
De la crujiente seda,que resbalara al suelo,emergió
su blancuratu contorno supremo.
Y al impulso movidode ardoroso deseo,se cimbró
entre mis brazosy quedó prisionero.
Me abrasaban tus ojos,me quemaba tu aliento,y
apagó las palabrasel rumor de los besos...
Dulce María Loynaz
Si me quieres, quiéreme entera
Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra...Si me quieres,
quiéreme negra y blanca, Y gris, verde,
y rubia,y morena...Quiéreme día,quiéreme noche...
¡Y madrugada en la ventana abierta!...
Si me quieres, no me recortes:¡Quiéreme toda...
O no me quieras!
Jaime Sabines
Te quiero a las diez de la mañana
Te quiero a las diez de la mañana, y a las once,
y a las doce del día.
Te quiero con toda mi alma ycon todo mi cuerpo,
a veces, en lastardes de lluvia.
Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me
pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la
comida o en el trabajo diario, o en las diversiones
que no tienes, me pongo a odiarte sordamente,
con la mitad del odio que guardo para mí.
Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos
y siento que estás hecha para mí, que de algún modo
me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos
me convencen de ello, y que no hay otro lugar endonde
yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tucuerpo.
Tu vienes toda entera a mi encuentro, ylos dos
desaparecemos un instante, nos metemosen la
boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre
o sueño.
Todos los días te quiero y te odio irremediablemente.
Y hay días también, hay horas, en que note conozco,
en que me eres ajena como la mujerde otro,
Me preocupan los hombres, me preocupoyo,
me distraen mis penas.
Es probable que no pienseen ti durante mucho tiempo.
Ya ves
¿Quiénpodría quererte menos que yo amor mío?
Jaime Sabines
No es que muera de amor...
No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.
Muero de ti y de mí, muero de ambos,
de nosotros, de ese,desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.
Morimos en mi cuarto en que estoy sólo,
en mi cama en que faltas,en la calle donde
mi brazo va vacío,en el cine y los parques,
los tranvías,los lugares donde mi hombro
acostumbra tu cabezay mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.
Morimos en el sitio que le he prestado al
aire para que estés fuera de mí,y en el lugar
en el que el aire se acabacuando te echo mi
piel encimay nos conocemos en nosotros,
separados del mundo,dichosa, penetrada,
y cierto, interminable.
Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,del uno al otro
diariamente,cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que nos vemos,en nuestras manos
que nos necesitan.
Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,en tus muslos dulcísimos
y vivos,en tu carne sin fin, muero de máscaras,de
triángulos obscuros e incesantes.
Me muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,de nuestra
muerte, amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,inconsolable,
a gritos,dentro de mí, quiero decir, te llamo,te
llaman los que nacen, los que vienende atrás,
de ti, los que a ti llegan.Nos morimos, amor,
y nada hacemossino morirnos más, hora tras
hora,y escribirnos y hablarnos y morirnos.
Raquel Garzón
No me culpes:
vi luz en tu alma y entré...
Es cierto,no toqué timbre.no golpeé.
Supuse que esperabas mi llegada.
Lo siento.
Si prejuzgué,fue sin mala intención,
debes creerlo,
Como sea, estoy aquí:
prepárate.