sábado, abril 21, 2007

Destino Rosario Castellanos.

Matamos lo que amamos.
Lo de más no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca.
A ningún otro hiere un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos.
¡Que cese esta asfixia de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante para los dos.
Y no basta la tierra para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.
El hombre es anima de soledades,
ciervo con una flecha en el ijarque huye y se desangra.
Ah, pero el odio,
su fijeza insomne de pupilas de vidrio;
su actitud que es a la vez reposo y amenaza.
El ciervo va a beber y en el agua aparece el reflejo del tigre.
El ciervo bebe el agua y la imagen.
Se vuelve-antes que lo devoren-
(cómplice, fascinado)
igual a su enemigo.
Damos la vida sólo a lo que odiamos

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